Tal como anunció el grupo evangelista Family Radio siguiendo las predicciones del profeta Harold Camping, el pasado sábado tuvo lugar el Juicio Final. El cataclismo se inició en Nueva Zelanda a las seis de la tarde, hora local, y fue extendiéndose rápidamente por todo el planeta en un clima de serena expectación. En España, el acontecimiento coincidió con la jornada de reflexión electoral y pudo haber propiciado el absentismo y los votos en blanco. “Los ciudadanos que acudieron a las urnas se decantaron mayoritariamente por la opción conservadora, algo muy lógico en una situación apocalíptica que pide orden y estabilidad”, explica el periodista José Antonio Zarzalejos.
Según datos difundidos por centros hospitalarios de todo el mundo, han muerto ya varias personas desde el inicio del Juicio Final, aunque está por determinar si los fallecimientos se deben al apocalipsis o a otras causas. Todos los gobiernos coinciden en destacar la tranquilidad de la gente, que algunos atribuyen al poco aprecio que se le tenía, por lo general, a la existencia.
“Ahora sí: olvídense definitivamente de los contratos indefinidos”, sentenciaba el presidente de la Patronal, Joan Rosell, encendiendo los ánimos de los sindicatos. También las operadoras de telefonía han sido criticadas por su oportunismo al penalizar económicamente a sus clientes por saltarse el contrato de permanencia. “No me he cambiado a otro operador, simplemente se acaba todo esto. También la cobertura”, se lamentaba un usuario.
La gran pregunta que se hacen los ciudadanos en estos momentos es cuánto durará el proceso de destrucción de la Humanidad. El Gobierno ya ha adelantado a los españoles que la cosa va para largo: “Todos sabemos lo lenta que es la justicia en España. Imagínense, pues, lo que puede tardar en resolverse el Juicio Final”, afirmaba ayer ante los medios Alfredo Pérez Rubalcaba.
Según datos difundidos por centros hospitalarios de todo el mundo, han muerto ya varias personas desde el inicio del Juicio Final, aunque está por determinar si los fallecimientos se deben al apocalipsis o a otras causas. Todos los gobiernos coinciden en destacar la tranquilidad de la gente, que algunos atribuyen al poco aprecio que se le tenía, por lo general, a la existencia.
“Ahora sí: olvídense definitivamente de los contratos indefinidos”, sentenciaba el presidente de la Patronal, Joan Rosell, encendiendo los ánimos de los sindicatos. También las operadoras de telefonía han sido criticadas por su oportunismo al penalizar económicamente a sus clientes por saltarse el contrato de permanencia. “No me he cambiado a otro operador, simplemente se acaba todo esto. También la cobertura”, se lamentaba un usuario.
La gran pregunta que se hacen los ciudadanos en estos momentos es cuánto durará el proceso de destrucción de la Humanidad. El Gobierno ya ha adelantado a los españoles que la cosa va para largo: “Todos sabemos lo lenta que es la justicia en España. Imagínense, pues, lo que puede tardar en resolverse el Juicio Final”, afirmaba ayer ante los medios Alfredo Pérez Rubalcaba.
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